En la esencia de una mujer residen los lazos de unificar, de
crear puentes de conexión, de comunicación, de entendimiento, de nutrir a
hijos, maridos, amigos, familia, proyectos.
Una mujer que se acepta y respeta tal cual es, por dentro y
por fuera, inspira, alimenta y motiva las relaciones entre las personas que la
rodean. Sabe motivar, apoyar y acompañar al hombre que ama.
El deseo no la desborda. Acepta
los ritmos, los tiempos y los espacios de sí misma y de los demás. Se aparta de
las vibraciones de la crítica destructiva, del juicio, del chismorreo. Sabe
pedir y dar ayuda, sabe pedir y dar consejos. Neutraliza la tristeza, la rabia
y el miedo. Tan solo busca el entendimiento a través del alma y no de la razón,
de lo que entregó, de lo que recibió, para acabar dándose cuenta que siempre
fue ella.
Queridas amigas no desesperéis si después de entregar todo
lo que sois, todo lo que sabéis, todo lo que valéis no os sentís recompensadas,
valoradas, entendidas. Seguid adelante, seguid la guía que marca vuestro
corazón porque aún tenemos mucho que hacer para que nos vean tal cual somos,
porque siempre hay alguien que nos ve, porque la creación tiene la esencia de
un nombre de mujer y un día, sin esperarlo, sin buscarlo todo lo que entregaste
volverá a ti multiplicado.
¡¡Gracias hermanas!!
Bárbara Ramos
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