Como seres sociales tenemos la necesidad de relacionarnos con
nuestros semejantes y sentir que formamos parte de un colectivo, a nivel de
pareja, familiar, laboral, amistades.
Cada uno de estos ámbitos es una colectividad que ofrece un
ambiente muy concreto.
Cuando una persona intenta formar parte de cualquiera de
estos grupos y no se aprecia su interior, sus intenciones positivas, sus actos
generosos, palabras amables….
Si a nadie se le ocurre entender porque va estresada, se
preocupa por sus tristezas o sus achaques, porque sigue trabajando durante
largas jornadas….si a cambio recibe juicio, reproches, los ánimos y la
motivación dentro de sus capacidades, brillan por su ausencia, su capacidad de
superación, de prosperar o de crear nuevos comportamientos, sentimientos,
pensamientos positivos, algo diferente, disminuye en gran medida.
Tener que aceptar estos rígidos valores e intentar encajar
en dichos grupos empuja al alma y a la psique a la esclavitud cada vez más
severa de la obsesión, la amargura y el dolor.
El mayor favor que puedes hacerte a ti mismo/a es
desarrollar tus particulares talentos y ponerlos al servicio de dicho grupo. Si
son aceptados de buen grado ¡¡genial!! Sino, es el momento de cambiar de grupo.
No intentes gastarte en explicaciones que caen en el vacío, no pierdas más energía
en convencer a los demás de quien eres. Sigue tus sueños, concéntrate en ellos y
la forma de conseguirlos se presentará sola, acabarás encontrando un grupo que te aceptará tan solo por ser tú.
Bárbara Ramos
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