Creer que una suposición es real y reaccionar a ello genera
la mayoría de los conflictos entre las personas.
Estos días una mamá me traía a su hija de cinco años a
consulta porque le preocupa que sea tan introvertida y tímida. Además me
plantea una situación cotidiana, muy generalizada, y que quiero compartiros.
Me comenta que le pone, en la mesa, el plato de lentejas y
un yogur. La niña decidida se va a por el yogur (las lentejas es un plato que
no le gusta demasiado y aunque se lo come, tarda mucho).
La madre en tono irónico le pregunta.- ¿te vas a comer
primero el yogur? -. A lo que la niña contesta que sí, sin captar el tono de la
madre. Esta interpreta que la niña le vacila y en consecuencia le regaña y
castiga.
La niña confusa, no entiende nada, se paraliza, se calla y
acaba obedeciendo ante los gritos de su madre.
Si esta situación o parecida forma parte de la cotidianidad,
la niña acaba desarrollando una incapacidad para tomar decisiones por sí misma,
necesitará la aprobación de los demás cuando quiera hacer algo nuevo, generando
dudas y miedo al fracaso, al rechazo…acabando por encerrarse cada vez más en sí
misma.
Una situación como esta nos muestra que no podemos dar por
sentado que los demás saben interpretar nuestros pensamientos, palabras, gestos
y/o acciones.
¿Cómo lo puedes solucionar?
Ante algo que no te quede claro, ante una reacción que no
esperas, a la más mínima duda.
Pregúntate:
¿Qué quiere decirme esta persona, con
esta actitud? ¿Cuál es la intención positiva que se esconde detrás de esta reacción?
Permítele que se exprese sin juzgar sus palabras, sin
criticar su actitud, pensamientos o sentimientos y sin la necesidad de tener que reaccionar o tener razón, tan solo
expón y argumenta tu intención.
Genera nuevos puentes de entendimiento y crea una realidad
más beneficiosa para ti y unas
relaciones más enriquecedoras y saludables.
¡¡Inténtalo!!
Bárbara Ramos
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